Disquerías, sellos y bandas se suman a la movida del renacido formato analógico. Son más caros que los CD, pero las ventas crecen.
El músico canadiense Neil Young bramaba en absoluta soledad, allá por 1991, contra la digitalización de la música: "Los CD son totalmente superficiales, les falta la profundidad del sonido analógico. Donde antes había un universo de sonido, una zona de ecos y ruido, millones de partículas sonoras, ya no hay nada. Escuchá un disco de principio a fin y luego el mismo CD, entero", proponía el mítico guitarrista, desafiante.
Esas mismas palabras, hoy, tienen extraordinaria vigencia: en plena era del MP3, las descargas de música por la Web y los iPod, el disco de vinilo resurgió de sus cenizas, se puso de moda y vuelve a dar batalla. Y no sólo por la pasión irrenunciable de coleccionistas y melómanos, que mantuvieron con vida un formato que parecía condenado a la extinción. Lejos aún de la masividad, la movida asombra y abarca a disquerías y librerías (Musimundo y Yenny, por ejemplo), a sellos discográficos locales e internacionales (Sony, Warner, Universal, DBN y EPSA, entre otros) y a las bandas, que piden expresamente publicar una parte de sus obras en discos de vinilo.
De algún modo, el regreso de las placas negras y los tocadiscos (en rigor, las bandejas) es una de las respuestas de la alicaída industria discográfica. Javier Delupí, titular de la Capif, la cámara que representa a los sellos musicales, lo interpreta así: "La tendencia mundial es que la música digital se come la venta de CD, entonces el mercado se empieza a segmentar porque hay un consumidor más sofisticado, más movedizo y que busca llegar al artista de diversas formas. En esa multiplicidad, aparece el vinilo".
En 2009 y por primera vez en muchos años, el vinilo reaparecen en los indicadores de ventas. Según la Capif, de los 13,5 millones de unidades vendidas (12 millones de CD), apenas 3.863 fueron vinilos.
Esta cifra, sin embargo, no incluye los discos importados ni el enorme tome y daca de los usados. Delupí destaca: "A pesar de que las cifras del formato pueden parecer bajas, repercuten en un mercado muy segmentado". Habría que recalcar que cada unidad vendida tiene mayor valor, si se tiene en cuenta que 10 años atrás se vendieron 24 millones de unidades, entre CD, casettes y videocassettes. Y que hoy un vinilo nuevo cuesta $160, cuatro veces más que el CD.
Aunque el formato analógico del vinilo se mantiene, el actual es más pesado: pesa 180 gramos, casi el doble que las viejas placas.
Y algunas reediciones de títulos exitosos en los Estados Unidos y Europa, causan furor. Según Nielsen Soundscan, la consultora que elabora los charts del ranking Billboard, el disco de vinilo empezó a crecer fuerte desde 2008, en forma inversa a los CD. En 2009 se vendieron 2,1 millones de copias, un 35% más que el año anterior. Aquel año, los más vendidos fueron Radiohead (In Rainbows: 25.800 copias), The Beatles (Abbey Road: 16.500) y Guns n' Roses (Chinese Democracy: 13.600).
En la Argentina, son varias las bandas que se sumaron a la movida, aunque en cantidades mínimas: Gustavo Cerati, Los Ratones Paranoicos, Miranda y Divididos, entre otros. Las disquerías, último refugio del vinilo en los tiempos oscuros de la digitalización, celebran la moda. "Las principales bandas del mundo, hoy, están en vinilo", dice Francisco Gallardo, encargado de Exile, una tienda que, como la mayoría, vende discos nuevos, usados y también CD. Y describió al consumidor promedio: "Tienen entre 40 y 45 años, son reincidentes y de alto poder adquisitivo. Son los clientazos", graficó.
Darío Raris, dueño de Cactus, señala que la venta de vinilos representa el 75% de la facturación.
"Es un mercado con fanáticos y aficionados que vienen cada 15 días para ver si hay algo nuevo. El que le gusta el vinilo es un consumidor refinado, un poquito más consecuente y exigente que el resto", explica. Adrián Outeda, de 40 años, es el encargado de The Hacienda e integra Satan Dealer, una banda que autocalifica como "rock setentista", asegura que en su casa siempre "escuché LP, porque el vinilo respeta más el sonido como fue grabado, el CD lo deforma todo".
Ubicada en Barrio Norte desde 1983, Abraxas es uno de los locales de discos nuevos y usados más respetados del mercado. Patricio Montiel, empleado del lugar, interpreta que, más allá de la polémica acerca de la fidelidad del sonido según el formato, el vinilo gana adeptos también entre las nuevas generaciones. "Hay una relación más íntima con el objeto, poner un vinilo en la bandeja es como un rito y se rescata el concepto original de la obra: las tapas, las letras y la parte artística del album".
Los fanáticos del vinilo y sus nuevos adeptos coinciden con Neil Young sobre la fidelidad de la música analógica. Juran que la guitarra de Jimmy Page en Escalera al cielo, la flauta endiablada de Ian Anderson (Jethro Tull), la voz desgarradora de Janis Joplin y el piano de John Lennon en Imagine, vibran, conmueven y emocionan de otro modo. "Es otra cosa", dicen sin dar más detalles.
Nota realizada por Damián Kantor para iEco
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